En 1685 se publicó en México el Sermón del Mandato del padre jesuita Antonio Vieira (publicado originalmente en portugués en 1650). Este sermón es el que se predica con ocasión del Jueves Santo y toma como fuente un pasaje del evangelio de San Juan. El padre Vieira trató, en esa oportunidad, el tema de las finezas del amor de Cristo hacia los hombres en los últimos días de su vida terrestre. Sor Juana conoció el sermón; lo discutió durante una conversación en el locutorio de su monasterio; sus observaciones agradaron y se le pidió que las pusiera por escrito. Las críticas de Sor Juana al sermón del padre Antonio Vieira fueron presentadas en una carta que la poetisa dirigió al obispo de Puebla, Manuel Fernández de Santa Cruz, quien la publicó sin que se conozcan los motivos que lo llevaron a ello. Tal fue el origen de la disertación que ella misma llamaba Crisis de un sermón y que fue publicada con el título de Carta Atenagórica (en alusión a la diosa griega de la sabiduría, Palas Atenea). Esta publicación, que data de 1690, es de carácter teológico y viene acompañada por una carta introductoria conocida hoy como “Carta de Sor Filotea de la Cruz”, seudónimo detrás del cual se ocultaba el mismísimo obispo de Puebla. En esta misiva introductoria se le critica a Sor Juana su preocupación por el estudio de las ciencias no sagradas y la temática mundana de su poesía y, además, se la insta a preocuparse más por los asuntos de Dios. Sor Filotea (El obispo de Puebla), aun reconociendo el talento de la autora, le recomendaba que se dedicara a la vida monástica, más acorde con su condición de monja y mujer, que a la reflexión teológica, ejercicio reservado a los hombres.
Tres meses después, Sor Juana escribió su famosa Respuesta a Sor Filotea, en la que defiende su condición de mujer y su compulsión por un saber enciclopédico. En muchas partes de esta carta, el relato se toma una confesión íntima en la que aparece la gran soledad de esta mujer, sus ansias de saber, investigar y cuestionar, en contraste con la rigidez de su vida monacal y las limitaciones de su condición de mujer en el contexto de la época. A pesar de la contundencia de su respuesta, en la que daba cuenta de su vida y reivindicaba el derecho de las mujeres al aprendizaje, pues el conocimiento “no sólo les es lícito, sino muy provechoso”, la crítica del obispo la afectó profundamente, tanto, que poco después vendió su biblioteca y todo cuanto poseía, destinó lo obtenido a beneficencia y se consagró por completo a la vida religiosa. Murió mientras ayudaba a sus compañeras enfermas durante la epidemia de cólera que asoló México en el año 1695. Sor Juana Inés de la Cruz tuvo una vida agitada y polémica desde sus primeros años en la sociedad novohispana. Los enigmas que rodean su biografía se extienden a su producción literaria que puede ser, a un tiempo, clara e inquietante. Considerada la décima musa de México, aún no poseemos todas las claves de lectura de su obra, que sigue generando debates esenciales para la comprensión del arte barroco. El presente libro reúne en un solo volumen textos dispersos como El Sermón del Mandato del padre Antonio Vieira, La Carta Atenagórica de Sor Juana (que incluye además, la “Carta de Sor Filotea de la Cruz”) y la famosa Respuesta a Sor Filotea de la Cruz, esta última considerada como la mejor obra en prosa de la autora y una de las grandes disertaciones escritas en lengua castellana hasta los tiempos presentes; además, de ser reconocida como pieza fundadora de los derechos de la mujer al estudio y a la cultura.
1 comentario:
Respuesta a Sor Juana
Soneto de Juan Cu
“...porque a mis brazos duermes en mi lecho
tu voz callada encuentra que no había
quien te amara de amores satisfecho.
Soy tu deseo Juana que en mi ardía,
y en tu cabal mirada, yo sospecho
que no será amor, tu bizarría.
--De uno que sí te quería—Juan Cu
Cuanto fatal veneno, mía Adhara,
los buenos libros dejan su contexto
a los pobres lectores so pretexto
de escribirlos a quién se los pensara.
Y no habría porqué la queja clara
de aquéllos sus lecturas en el texto,
escribir con la mano al año sexto
las memorias que en mi yo preguntara…
Libros fueron impresos, dos, no más:
los que se escriben unos a los otros,
y los que se publican los demás.
Nuestra vida es un libro que jamás
muriendo está, sí el tiempo de nosotros,
escribe uno sólo, y nunca más.
Publicar un comentario